Este 8 de junio, en el marco del Día Mundial de los Océanos, la comunidad internacional recuerda la urgencia de proteger uno de los recursos más vastos y esenciales del planeta. Los océanos cubren más del 70% de la superficie terrestre, regulan el clima, absorben alrededor del 30% del dióxido de carbono producido por los humanos y generan más del 50% del oxígeno que respiramos, según datos de la ONU.

Para el sector marítimo-portuario, estos cuerpos de agua no solo son rutas estratégicas para el comercio internacional —el 90% del comercio mundial se mueve por vía marítima, de acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD)—, sino también un espacio que requiere gestión responsable y acción coordinada frente a desafíos ambientales crecientes.

La contaminación por plásticos, el incremento de emisiones de gases de efecto invernadero y la sobreexplotación de recursos marinos plantean una amenaza directa al equilibrio de los ecosistemas oceánicos. En este contexto, organismos como la Organización Marítima Internacional (OMI) impulsan regulaciones clave, como la estrategia revisada para reducir las emisiones del transporte marítimo en al menos un 70% para 2040, con miras a alcanzar la neutralidad en carbono en 2050.

“La salud de los océanos está intrínsecamente ligada a la salud de nuestras economías y comunidades”, señaló recientemente António Guterres, Secretario General de la ONU, subrayando la necesidad de reforzar la cooperación internacional en materia de conservación marina.

Es vital reconocer la responsabilidad que el sector portuario y logístico tiene en este escenario. Apostar por una economía azul sostenible, invertir en infraestructura verde, adoptar tecnologías limpias y fomentar prácticas ESG no es solo una tendencia, sino un deber compartido.

Cuidar los océanos es también asegurar el futuro del comercio, la biodiversidad y la vida misma.


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